miércoles, 13 de abril de 2016

El Museo Nacional de Aviación Naval de los Estados Unidos (V de XX)


No hace falta decir lo convulso de la época inmediatamente anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial y los horrores que se desataron en las naciones implicadas en ésta cuando estalló el conflicto. Ríos de tinta y sangre se han vertido en el análisis y estudio de todos los episodios vividos en esta aciaga era.



En lo que respecta a los Estados Unidos, en conflicto se escenificó en varios frentes, sobre todo en Europa y en el Pacífico y ello ha impregnado el ya de por sí fuerte carácter de esta nación desgraciadamente habituada a la irracionalidad de la guerra, irracionalidad que no evitó la necesidad en su momento de lanzarse al campo de batalla con toda la potencia, inteligencia, esfuerzo, productividad y capacidad que tiene este gran país en los momentos cruciales de la Historia. 


Sin ninguna duda la libertad de la que gozamos hoy día los europeos la debemos en gran parte a la determinación y el apoyo de los Estados Unidos frente a la monstruosidad nazi. También es necesario recordar los terribles y cruentos choques entre los americanos y los japoneses y la finalización de dicha contienda con el espantoso desenlace nuclear sufrido por Hiroshima y Nagasaki. Ojalá no se hubiera producido ninguno de los luctuosos sucesos que rodearon estos terribles años, pero la Historia es la que es y no hay manera de cambiarla. 







En ese sentido es conveniente incluso recordarla para evitar que vuelvan a suceder en la medida de lo posible hechos de esta índole; fútil deseo pues la propia imperfección del Ser Humano nos avoca muchas veces a cometer las torpezas más inimaginables en contra de nuestra propia esencia moral.


No obstante se hace necesario no generalizar pues incluso en los peores momentos, en aquellos en los que se ahoga nuestra humanidad y cuando la oscuridad nos ciega y aturde es cuando la luz de la bondad, el compañerismo abnegado, el sacrificio, la búsqueda de la justicia y la determinación de triunfar sobre la maldad nos confieren la esperanza de un mañana mejor y en Paz.

De todo ello se impregna el espíritu en este Museo, desde sus silencios sus paredes y sus objetos nos hablan y cuentan cientos de historias muchas duras y sobrecogedoras pero otras muchas de altruismo, entrega, valor y libertad.

Contemplando todas la crónicas relatadas en instalaciones de este tipo se puede entender el pasado y juramentarse para que el Futuro nos depare concordia y entendimiento.



Por otro lado, en el campo de la Aviación se produjeron sobresalientes avances debido al impulso bélico. Ya nada volvería a ser igual y las máquinas de matar se perfeccionaron hasta niveles nunca vistos. Muchos de estos avances han determinado la Aviación actual (como la creación del motor a reacción, entre otros), pero en su momento se trataba de conseguir la ansiada superioridad aérea sobre el enemigo.

Dicha necesidad impulsó la creación de más y mejores aviones de combate, cazas de estilizado diseño y gran agilidad y maniobrabilidad, bombarderos más capaces y de mayor radio de acción, aviones de carga y transporte más potentes y robustos, etc También fue el germen del helicóptero tal y como hoy lo conocemos.

Lo mismo se puede decir de la aviación embarcada que experimentó un notable desarrollo puesto de manifiesto sobre todo en los combates en el Pacífico sirviendo a bordo de nuevos y mejorados portaaviones que podían desplazar una impresionante potencia de fuego allá donde era necesario.




Por todos estos motivos en el Museo Nacional de Aviación Naval de los Estados Unidos podemos observar gran cantidad de aeronaves de esta época de los cuales os mostraré testimonio gráfico.



Antes de entrar a ver los diversos modelos merece la pena echar un vistazo a uno de los espacios expositivos que forma parte de este período. Se trata de una detallada réplica a escala real de la cubierta de vuelo del USS Cabot: CVL-28 (excepto por la longitud) . Este navío inicio su periplo bélico en los combates del Pacífico de la II Guerra Mundial, recibiendo incluso el impacto de un kamikaze. En 1967 se transfirió a la Armada española donde se le denominó "Dédalo" prestando servicios hasta que fue desguazado en el año 2002.











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